sábado, 14 de enero de 2012

Desde Londres con amor

Pues nuestros protagonistas de hoy se conocieron en el “Chat” ya mencionado en anteriores ocasiones y el principal punto de inicio de muchas de nuestras historias.

Poyella y Melendi (se le apoda así por su melena, qué más quisiera él ser la mitad de lo que es mi Melendi) en ese momento se encontraban en una situación similar, ambos estaban sufriendo por otras personas y ese fue el vínculo que les unió.

Los dos se sinceraron y se contaron mutuamente sus desavenencias en el terreno amoroso, hasta llegar al punto de apoyarse el uno en la otra y viceversa en los malos momentos.

He de decir que esto es de admirar, puesto que contar con una persona que te ayude en los malos momentos o te brinde su apoyo es algo que pocas personas poseen.

Es así como se fue forjando una buena amistad o eso parecía.

Suele pasar en ocasiones que cuando pones tanta confianza en una persona empieces a confundir sentimientos. Y esto fue lo que le sucedió a Melendi.

En uno de esos días en los que estaban conversando sobre lo desgraciados que eran, al melenas no se le ocurrió otra cosa que decirle a mi amiga que le gustaba (lo gracioso no es que le gustase mi amiga, sino que le gustase ella y otras dos más).

Mi amiga no echo mucha cuenta a esto, puesto que no le encontraba la lógica a que le gustasen tres chicas distintas y por ello se lo tomo más bien a broma.

Una noche apostaron que quién aguantase más despierto le enviaría un libro al otro, la apuesta la ganó Poyella porque él se dejo, pero a la ganadora no le parecía bien que ella se llevara el premio en esas condiciones así que hicieron un trato: se prometieron regalarse un libro cada uno.

Poyella le compró a él “Canciones para Paula” (tras sacarle dinero a su madre y pedirme a mí el resto) y se lo envió a la dirección del chico (aunque yo le hubiera regalo un vale para la peluquería).

Melendi prometió regalarle a mi amiga “Si me dices ven lo dejo todo, pero dime ven” y digo prometió porque a Poyella no le ha llegado nada, según él porque no tenía pasta.

Meses después volvió a salir el tema y él le pidió a ella su dirección (la cual le había dado ya anteriormente). Mi amiga no se la volvió a dar, puesto que si no se lo había enviado a esas alturas era porque a él le importaba bien poco el trato.

En navidad sus majestades los Reyes Magos, dejaron en el árbol del melenas un regalito para mi amiga. Y le volvió a pedir su dirección pero el resultado fue el mismo.

Y es que las cosas han de hacerse a su tiempo, no debemos dejar nada para el final siempre que podamos hacerlo antes, ya que generalmente el resultado no va a ser bueno (sino decírselo a mi examen de Historia dentro de unas semanas, deseadme suerte aunque no creo que eso sirva para mucho)

Escrito por: Kamikaze.


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